Hace ya algún tiempo que algo se mueve dentro de mi, una inquietud por crecer a nivel personal desde dentro, podríamos decir en el plano espiritual, que dicho así suena como muy esotérico y tradcendental, pero sólo me refiero a intentar ser mejor persona y más consciente. Más consciente de mi yo, de mi ahora. En algunas ocasiones intenté meditar, o asistir a clases de yoga, pero lo cierto es que no me siento cómoda ni competente en este tipo de cursos. Soy una persona inquieta y activa por naturaleza, asi que sentarme a no pensar en nada me resulta completamente imposible.
En septiembre del pasado año inicié mi formación como Maestra de Educación Infantil Waldorf, y si algo he aprendido más allá del currículum y los aspectos pedagógicos y metodológicos, es que nuestra persona, nosotros, lo impregnamos todo cuando estamos en un aula y el niño, que es un ser sensorio por naturaleza, lo absorbe como si de una esponja se tratase.
Cuando hablo de nosotros me refiero a nuestro estado anímico, y es que más allá de lo que decimos, mucho más allá, está lo que hacemos e irradiamos, nuestra actitud ante la vida. El trabajo más dificil e importante como maestra Waldorf es Ser un ejemplo digno de imitar. Dicho así quizás no parece tan difícil, pero cada expresión en nuestra cara, cada palabra de nuestra voz, cada movimiento de nuestro cuerpo se expande en el ambiente llenándolo de energía. Energia sana, amorosa y armoniosa o energía estresante, malhumorada, tensa. Energía que los niños absorben y se refleja en su estado anímico, en el juego que llevan a cabo, en su participación en el corro, en su estar a lo largo de la mañana y del día.
Pero si este aspecto es relevante como maestra, como madre no lo es menos, todo lo contrario. Cuando estoy en casa me relajo, bajo la guardia, y todo eso que llevo en la mochila del pasado aparece sin haberlo llamado, sin haberlo pedido. Por eso creo que cuidar del alma y cultivar el espíritu es una buena forma de ser más consciente de lo que soy y lo que quiero ser, el ideal que tengo en mi mente, y lo que transmito con mi palabra o con mi gesto. Y no hablo de ser una «madre perfecta» sino de acercarme día a día al ideal de persona consciente y coherente que tengo en mi mente y que me gustaría llegar a ser. A reflejar con mis acciones mi actitud ante la vida, no sólo a pensarla en mi cabeza o escribirla en un diario, sino a llevarla a cabo.
Y como ya os he dicho, a mi eso de la meditación contemplativa no me sirve, así que mi trabajo personal lo encamino diariamente con los ocho ejercicios para la semana que propuso Rudolf Steiner. Cada mañana al levantarme, dedico cinco minutos a leer y meditar sobre cado uno de ellos y a pensar de qué manera puedo llevarlos a cabo y ponerlos en práctica. Creo que estos ejercicios me ayudan a ser más consciente de mi misma, y como vereis no son nada complejos ni extraños, de hecho son tan sencillos que lo más difícil para mi es tener presente esta actitud a lo largo de todo el día.
Junto a ellos, también me gusta leer cada mañana El Calendario del Alma, que se compone de un verso, más o menos complejo que nos acompaña cada semana del año y cuya intención es hacernos meditar y reflexionar sobre el momento que vivimos. Estos y otros ejercicios y versos los podeis encontrar en la Agenda Anual de la editorial Rudolf Steiner.
A continuación os dejo algunos extractos de los mismos:
Ejercicios para cada día de la semana
Lunes: Ejercicio de la palabra correcta
El buen uso de la palabra
Solamente lo que tiene sentido y significado debe salir de los labios de aquél que aspira a hacer un desarrollo superior.
Hablar por hablar, por ejemplo, para pasar el rato, es nocivo en este sentido.
Pero esto no quiere decir que hay que cortar toda relación con los demás. Es precisamente en esa relación con los otros donde la palabra debe desplegarse para que llegue a tener un significado pleno. Hay que responder a cada persona, pero que la respuesta esté bien pensada, reflexiona bajo todos sus aspectos. Intentar no hablar mucho ni poco. Primero escuchar tranquilamente, después moverlo interiormente.
Martes: Ejercicio del acto correcto
Las acciones exteriores
Nuestras acciones no deben molestar a nuestros semejantes.
Cuando una motivación interior nos mueva a actuar, hay que considerar atentamente la manera en que podemos responder a esa llamada interior teniendo en cuenta el bien común, la felicidad permanente del prójimo, lo eterno.
Cuando actuamos por propia iniciativa, hay que considerar, lo más seriamente posible, las consecuencias de nuestra manera de actuar.
Miércoles: Ejercicio del punto de vista correcto
La organización de la vida
Vivir conforme a la naturaleza y al espíritu sin perderse en cosas fútiles. Evitar todo aquello que en la vida nos lleva a la agitación y a las prisas, pero tampoco ser perezosos. Concebir la vida como un medio para trabajar, para desarrollarse y obrar en consecuencia.
Jueves: Hacer que los ejercicios anteriores lleguen a ser una costumbre cotidiana
La aspiración humana
Estar atento a no hacer aquello que esté fuera de nuestras fuerzas, pero no dejar de lado aquellas cosas que puedan llevarse a cabo.
Viernes: Ejercicio de la memoria correcta
Esforzarse en aprender todo lo posible de la vida
Que todo lo que pase a nuestro lado nos de la oportunidad de recoger experiencias útiles para la vida. Que lo que hagamos injusta o imperfectamente se convierta en ocasión para actuar, en circunstancias similares de manera más correcta.
De cada ser humano, incluso de los niños, se puede aprender mucho, si les prestamos atención.
Sábado: Ejercicio de la opinión correcta
Llegar a estar atento a los propios pensamientos
Sólo acoger los pensamientos que tengan una verdadera importancia.
Al escuchar las palabras de otro, intentar silenciarse interiormente y renunciar a hacer aprobaciones y, sobre todo, a emitir juicios desfavorables, incluso en nuestro pensar y sentir.
Domingo: Ejercicio del juicio correcto
Sólo tomar decisiones, incluso las más insignificantes, a partir de una reflexión plenamente fundada.
Toda acción irreflexiva, toda actividad sin sentido debe ser alejada del alma. Hay que tener siempre, para todo, buenas razones.
Si se está convencido de la verdad de una decisión tomada, es necesario mantenerla con constancia y firmeza interior.
En resumen
La contemplación correcta
De vez en cuando, mirar en nuestro fuero interno, aunque sólamente sean cinco minutos al día, a la misma hora.
Se trata de revisar y concebir los principios que guían nuestra vida; recapitular en pensamientos nuestros conocimientos o falta de conocimientos; considerar nuestros deberes; reflexionar sobre el contenido y sobre las metas de nuestra vida.
Y después del trabajo meditativo, un poco de trabajo para el cuerpo. Cada mañana y cada tarde intento dedicar entre 5 y 10 minutos a hacer un poco de yoga, algo muy sencillo y rápido, sólo el saludo al sol y algún estiramiento que me permita relajar mi espalda, y si Aarón quiere unirse, es bienvenido!!.
Pero para que nuestra alma pueda crecer y sentirse en paz también necesita mimos. Así que todos los días tomo una reconfortante infusión o taza de chocolate caliente, o leo un ratito, o dedico unos minutos a alguna de mis aficiones, como tejer o hacer lettering.
Son actividades muy sencillas que puedo hacer en compañía de Aarón, o cuando ya se ha acostado.
Porque para sentirnos felices, necesitamos hacer cosas felices!!
¿Cuales son tus «momentos felices»?¿Cómo te cuidas por dentro? Eso que nadie ve, tu alma, ¿que haces para mimarla?.
Nos vemos en Instagram!!!