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El Adviento. Tercera semana

Estamos ya en la tercera semana del Adviento, la semana dedicada al Reino Animal, y para celebrar ésta y otras ocasiones hemos hecho una escapadita de fin de semana a un centro de ecoturismo rural en Soria, un agradable alojamiento donde mayores y pequeños disfrutamos del pleno contacto con la naturaleza, compartimos el día a día con otras familias y disfrutamos de los quehaceres diarios,  ordeñar a la vaca, pasear y cepillar a los caballos, alimentar a las gallinas y recoger sus huevos, jugar y mimar a las preciosas perritas que allí se encuentran… Convivimos diferentes personas de aquí y de allá sentados en torno a una misma mesa, compartiendo una buena cena y una agradable charla, y los peques tambien claro!!!

Volviendo al Adviento, os dejo el verso de esta semana, nuestro propósito y un pequeño relato.

La tercera Luz del Adviento, es la luz de los animales. Todos esperan el nacimiento, desde el más grande hasta el más pequeño.

Propósito: Personas y animales, juntos convivimos, les queremos, les cuidamos y su cariño recibimos.

El Gallo 
Había una vez un gallo, que pasaba gran parte de su tiempo encaramado en un muro de pieras que se encontraba entre la hospedería y el establo, sonde más tarde habría de nacer Jesús.
El gallo era hermoso, tenía bellas y coloridas plumas, unas patas muy fuertes y una cresta muy roja. No le gustaba que nadie pasara cerca de su muro, dónde él acostumbraba subirse a contemplar el hermoso paisaje. Si alguien se aventuraba a hacerlo, rápidamente volaba al suelo, lo perseguía y le picoteaba las piernas.
Todos en Belén le conocían y por ello evitaban pasar cerca de allí. Sucedión una noche, cuando María y José visitaron al tercer hospedero pidiéndole alojamiento, que éste al ofrecerles albergue en su establo, les advirtió que tuvieran mucho cuidado al pasar frente al muro puesto que el gallo podría atacarlos.
María y José pasaron caminando lentamente frente al muro saludándolo con gran cordialidad. El gallo los miró de arriba a abajo, pero no se movió. Algo le impedía bajar, nadie antes le había saludado con tanto cariño y más aún, se sentía tan contento de ver a María y José pasar frente a su muro, aunque no sabía lo que iba a ocurrir.
Esa noche, Jesús nació en el establo. Muchos pastores con sus ovejas vinieron a saludarlo, trayéndole hermosos presentes. El gallo lleno de curiosidad al verlos pasar decidió averiguar lo que estaba sucediendo. De un solo salto se bajó del muro y lentamente se dirigió hacia el establo.
Allí desde la puerta que estaba medio abierta pudo ver al niño recostado en paja fina, rodeado por una luz muy hermosa y cálida. Todos los presentes tenían la luz del niño en sus corazones. Esa noche, el gallo apredió una gran lección: apredió a sentir el amor que había en el corazón de los seres humanos.
Se sintión tan contento que subiéndose nuevamente al muro de piedras, hinchó su pecho y cantó: kikirikiiiiiii, kikirikiiiii vengan aquiiiiiii
el gallo quería anunciarles a todos la buena nueva.
Y cuentan que en todas las navidades el gallo vuelve a entonar su hermosa canción.

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