
Hecho en casa
Hola de nuevo. Hecho en casa, es el estilo de vida que elijo para mí, para mi familia y para cuidar de nuestro planeta.
Veo en mi jersey de lana restos blanquecinos de harina de trigo, mientras al escrbir estas palabras descubro algunos restos de masa en mis manos. Vaya, también hay algunas pizcas de masa madre de centeno pegadas a mis dedos.
Al principio de año te contaba en este post que uno de mis propósitos es recuperar un modo de vida más sencillo y esencial. Para mí, esto está estrechamente ligado a minimizar el consumo de todo aquello que nos ofrecen manufacturado y que yo puedo elaborar en casa. Esto pasa por elaborar algunos de nuestros productos alimenticios hasta realizar diversas tareas de bricolaje (en las que no soy especialmente habilidosa).
Pero, hacerlo en casa es más laborioso
Seguramente esta es la primera idea que te ha venido a la mente. Seguida de … ¡¡yo no tengo tiempo para eso!!. También lo has pensado, ¿verdad?.
Ciertamente, las ganas de hacer algo y el tiempo del que disponemos juegan un importante papel a la hora de decidir consumir algo hecho en casa o comprarlo ya elaborado.

Yo últimamente he andado bastante liada y no he tenido todo el tiempo que me habría gustado para dedicar a los panes, masas, arreglos… Pero no pasa nada, no es un sacrilegio. No se trata de ser esclava de un estilo de vida, sino de vivir conforme a unos principios que respeto siempre que me es posible.
Lo ideal es instaurar estas tareas entre nuestras rutinas cotidianas, de modo que no nos supongan un extra en la planificación y organización de nuestro día a día. Un buen momento para llevarlas a cabo es en la tarde, acompañada de tus hijos. Ellos estarán encantados de colaborar, no lo dudes.
La satisfacción de hacerlo tu misma
Egoístamente este es uno de los principales motivos que me mueven hacia el estilo de vida homemade o «hecho en casa». La satisfacción que siento mientras amaso el pan, cuezo la mermelada o estiro la pasta casera. Es un momento de conexión conmigo misma, de plenitud. Me siento útil y capaz. Siento que estoy haciendo algo bueno para mí, pero también para mi familia y para el cuidado del planeta. Por no hablar del deleite que supone comer ese pan casero, saborear esa confitura, o admirar esa pared del dormitorio que has pintado a mano.
Mejor en compañía de nuestros hijos
Implicar a nuestros hijos en este tipo de tareas es un privilegio, tanto para ellos como para nosotros.
Por una parte, supone tener la oportunidad de compartir un tiempo de calidad, dedicado a una tarea en beneficio de toda la familia. Esto hace que tu hijo se sienta tenido en cuenta, útil y capaz.

Gracias a su participación podréis saborear una rica hogaza o comer un delicioso plato de pasta casera. Hacérselo saber hará que su autoestima se vea reforzada.
Por otra parte, el trabajo manual supone un importante refuerzo de la voluntad. Y una voluntad fuerte es clave para el futuro desarrollo de un adulto emocionalmente sano.
De panes, pasta, yogures, mermeladas y conservas…
Todas las semanas hacemos pan en casa. Está así establecido desde hace ya algunos años. Hacemos pan con y sin gluten. Algunas semanas horneamos panes dulces, otras pan de molde, pan blanco o de masa madre, de centeno con nueces y pasas o pan plano con hierbas aromáticos. El mundo del pan es infinito, en su variedad y en su sabiduría. Es un camino apasionante en el que si entras, no querrás salir, porque una vez que pruebas el pan casero… ya no hay nada igual. Por no hablar de lo sano que es. Porque tú sabes que tu pan solo lleva ingredientes naturales y de la mejor calidad, nada de mejorantes, saborizantes o mejorantes. ¿Te has parado a pensar que llevará el pan de molde comercial que después de un mes abierto sigue casi como el primer día?.

Otra masa que hacemos también casi semanalmente es la de pasta casera. Hace ya un tiempo, un amigo al que le gusta la cocina me recomendó invertir en una máquina de pasta casera, y ha sido todo un acierto. Hacer pasta casera no es, ni de lejos, tan laborioso como podría parecer. Solo necesitas algo de práctica y un poco de tiempo. No es necesario hacer pasta cada semana porque puedes preparar una buena cantidad y congelarla.

La yogurtera, es otra buena adquisición que hicimos por recomendación de otros amigos. Y es que hacer yogur casero es más sano, sin lugar a dudas. Pero es que el resultado es espectacular y el esfuerzo que supone prepararlo es mínimo. Así que todas las semanas hay yogures caseros en nuestra nevera.

Las conservas y mermeladas sólo las hacemos en temporada. Y es que es una muy buena manera de almacenar aquello que no podemos consumir inmediatamente. El excedente de ciruelas lo convertimos en mermelada, y el de verduras y hortalizas en conservas.

De costura, bricolaje, jardinería y otras tareas…
Ultimamente tengo una montaña de pantalones y calcetines para remendar que crece por minutos. Sí así es, no quiero tirarlos ni comprar otros, pero sacar el momento para ponerme a ello me cuesta horrores. Quizás porque lo de coser a mano no me gusta tanto como lo de amasar a mano, así que cada vez que veo todas esas prendas pienso… mañana saco un ratito y lo hago. Pero no, ese ratito no llega nunca, así que ahí está, mi montaña de ropa para coser.
En cuanto al bricolaje y la jardinería, vamos aprendiendo con el paso de los años. Y también aprendemos de aquellos que saben más que nosotros y están dispuestos a echarnos una mano. Por supuesto que hay tareas que recaen en manos de profesionales, pero no sin antes plantearnos si lo podemos hacer nosotros mismos.

Por mí, por mi familia y por nuestro planeta
Cuando hecho en casa se conviertió en mi estilo de vida, toda mi mentalidad cambió. Porque ya no pienso en lo que quiero o necesito comprar, sino en lo que quiero hacer, y en el esfuerzo personal y económico que me supone. Así que nuestro consumo se reduce mucho cuando piensas así.
Es fácil llegar al supermercado y llenar el carro al pasar por la línea de postres y lácteos, o por la de productos para el desayuno. Son todos tan apetecibles. Y solo tienes que abrir el envase y disfrutar. Pero ¿lo necesitas?. Nosotros ya, apenas pasamos por estas secciones pecaminosas porque no lo necesitamos. Y si lo hacemos, es desde la conciencia de que la mayor parte de productos que se encuentran allí no son necesarios en nuestras dieta, y si lo que nos apetece es un capricho, lo podemos elaborar en casa con mejores ingredientes y más sano.

Desde que vinimos a vivir aquí tenemos la suerte de poder plantar nuestro propio huerto y recolectar los huevos de nuestras propias gallinas. Por supuesto, es un trabajo añadido a las tareas de un hogar cualquiera, pero también es una actividad de encuentro familiar y de unión. Y es una maravilla visitar el gallinero y salir de allí con un cesto de huevos. O abrir la puerta de casa para salir al huerto y recoger un tomate para la ensalada o las acelgas para la crema de verduras.

Lo mismo ocurre a la hora de cambiar un mueble o pintar una pared. ¿Podemos hacerlo nosotros?, ¿necesitamos uno nuevo o podemos reciclar el que ya tenemos?.
Sin duda estas decisiones tienen siempre un impacto personal y económico, pero también medioambiental. Esta es nuestra forma de cuidar y conectar con la Madre Tierra y espero poder mantenerla durante mucho tiempo.
Y tú, ¿disfrutas con lo hecho en casa?

