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La importancia del juego libre

Piaget considera el juego como la forma en que el niño expresa la realidad que le desborda. A través de él es capaz de comprender y aprender, de probar sin equivocarse, de imitar y ponerse en la piel de otros, de sacar de dentro aquello que le preocupa o le fascina, lo que vive y cómo lo vive. Es por ello que es esencial  la presencia de un adulto que le acompañe y recoja toda esta información. Pero acompañar no es proponer, dirigir o corregir, es estar presente en cuerpo y mente, haciendo algo digno de ser imitado (cuidar el jardín, doblar ropa, tejer…) una actividad que permita nuestra presencia sin requerir la totalidad de nuestra atención y haga sentirse al niño acompañado.

¿Que juguetes necesita un niñ@?      
La cantidad y variedad de juguetes irá variando en función de su edad, pero en líneas generales, son adecuados todo tipo de juguetes naturales que estimulen sus sentidos, que potencien su creatividad e imaginación. Juguetes que le animen al movimiento (pelotas de lana o tela, arrastres y cochecitos, trenes…) o le inviten a la calma y la concentración (puzzles, piezas de madera para construir…), y para los más pequeños son ideales los cestos de tesoros (sobre todo desde los seis meses y hasta los dos años), también cajas y botes para abrir y cerrar, llenar y vaciar…  y un espacio preparado donde poder saltar, rodar o gatear sin peligros. Es importante a partir de los dos años que el niño disponga de juguetes que permitan la imitación de las actividades adultas, pequeño menaje de cocina, pequeñas herramientas, muñecos de trapo a los que cuidar y mimar, y algunos disfraces, retales y accesorios (gorros, bolsos, gafas…)
¿Cómo ha de ser el espacio?
El espacio de juego no ha de limitarse en exclusiva a su dormitorio o sala de juegos, el niño debe contar con un espacio para el juego en la sala de estar.
Un espacio cálido, sin corrientes, con alfombras. Algunas estanterías de madera bien dispuestas a su alcance con los juguetes guardados en cestos, bien clasificados y ordenados, a su vista, facilitarán la convivencia familiar y fomentarán su autonomía. Así pronto aprenderá dónde está cada juguete y podrá acceder a él sin nuestra ayuda.
Sí lo deseamos podemos recrear una pequeña casita en la que dispondremos los utensilios de cocina, una pequeña mesa y diminutas sillas y quizá también algún bebé de trapo acostado en su cuna.
Como veis no es necesario un gran espacio ni muchos juguetes para fomentar el juego libre, pero sí nuestra presencia.
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