
La paternidad hoy
La paternidad hoy es tan diversa y variopinta cómo flores en el campo hay. Os quiero contar algo que nos pasó hace ya un tiempo. Pues bien, estábamos reunidos con varias parejas de amigos que aún no tienen hijos, y entonces alguien dijo: «Jo, tengo un compañero más raro… es de esos que no le pone la tele al crío». Y yo pensaba para mis adentros que ese «tío raro» podría ser yo sin ir más lejos. Y es que, por suerte, nos encontramos actualmente en una sociedad más libre y expresiva, pero también ante una sociedad que juzga al de al lado con más facilidad y menos conocimiento. La sociedad en que vivimos ha cambiado mucho, muy rápido y en muy poco tiempo. Y en consecuencia, los modelos familiares también lo están haciendo.
Los padres de antes
Los padres de antes vivían en una sociedad que giraba en torno al adulto, en el cual el padre o cabeza de familia imponía una serie de normas familiares que habían de cumplirse. Este modelo, más conocido como modelo autoritario, no es el ideal para una crianza sana, pues carecía de empatía, olvidándose de las emociones y los sentimientos del niño. Pero, desde mi punto de vista, tenía algunos puntos a favor:
- Casi siempre había un adulto en casa (bien fuese la madre o la abuela).
- El mundo del adulto y del niño estaban completamente separados. Lo que mantenía la inocencia del niño por más tiempo intacta. No se solía permitir que estuviesen presentes en conversaciones de adultos o en ambientes poco adecuados para ellos.
- Existían unas rutinas muy establecidas, que hacían que el día a día fuera predecible para los más pequeños de la casa.
- Además, la familía solía contar con más apoyo porque casi siempre alguna abuela, tía o prima vivía con ellos o muy cerca.
- Y por último, la sociedad compartía un modelo de crianza y educativo que consideraba adecuado y efectivo. (Así que, la vecina no duda ni un segundo en regañarte o castigarte si es necesario y considera que «te estas portando mal»). Y esto es algo que aporta coherencia a la educación desde el punto de vista del niño.
Los padres de ahora
Los padres de ahora suelen trabajar ambos fuera de casa, y en consecuencia el cuidado del hogar y los hijos, queda en un segundo plano. Para el cuidado del hogar solemos recurrir a algún tipo de ayuda externa, y lo mismo ocurre con el cuidado de los hijos, que se suele delegar en una tercera persona (abuelos, parientes, o canguro) o en otros servicios (el colegio y las extraescolares). Cuando estos no es posible, las madres y padres hacemos «encaje de bolillos» para poder compatibilizar lo mejor que se puede ambos aspectos con la jornada laboral.
De un tiempo a esta parte, el modelo educativo que ha prevalecido ha sido un modelo permisivo, en el que la empatía y los sentimientos del niño están mucho más presentes. Pero en cambio, los padres han perdido su lugar en la relación padre-hijo. Muy a menudo se sienten culpables pensando que no lo están haciendo suficientemente bien.
(Puedes leer más acerca de estos modelos educativos aquí Los límites en la infancia: equilibrio entre protección y libertad.)
Sea como sea, ahora nos encontramos en un punto en que la crianza y la familia se han desnaturalizado hasta tal punto, que a día de hoy, encontramos cientos de cursos de capacitación para ser «mejores padres» y aprender cómo criar a nuestros hijos. ¿Por qué está ocurriendo esto?.
Ser padres hoy
Somos una generación (´70-´80) que ha crecido por lo general, en un entorno relativamente fácil en lo que al modo de vida se refiere. No todos hemos tenido hermanos, y el ver y vivir la crianza de otros iguales, no ha estado tan presente como lo estuvo en otros tiempos. En cambio, la intelectualización sí que estaba muy presente. En la escuela y en la universidad, la investigación y la ciencia reinaban (y aún lo hacen) por doquier. Además, con la llegada de las nuevas tecnologías, el acceso a la información de un modo fácil y rápido se disparó. Pienso, que esto nos ha desconectado de nuestra humanidad más esencial e instintiva y nos ha convertido en personas inseguras, que necesitan formarse para garantizar el éxito en aquello que hacen. De ahí la creación y existencia de tantas y tan variadas formaciones destinadas a la persona y su crecimiento (coach, terapias varias, mindfullness y las corrientes educativas y de crianza, claro). Pero la familia no es una ciencia exacta, hay tantas familias como personas.
Ciertamente, cada uno tenemos nuestras carencias o dificultades emocionales, y no queremos transmitirlas a nuestros hijos. Queremos ser mejores personas y mejores madres y padres, pero ¿no será que nos han vendido un modelo erróneo en el que debemos ser perfectos para ser «buenos padres»?. ¿No es el trabajo personal diario la manera de crecer?.
Una vida familiar sencilla y conectada
Yo no soy una persona muy dogmática, tomo aquello que me vale, que me enamora y lo pongo en práctica. Por eso, huyo de los modelos de crianza que parten de premisas previas, que he de cumplir como madre para poder sentirme parte de ellas. Aspectos como el colecho, la lactancia materna prolongada o el porteo, se han convertido en abanderados de multitud de corrientes. Yo los amo y los he puesto en práctica. No se me ocurre poner en duda que tienen multitud de beneficios para el bebé y para la madre, está demostrado científicamente.. Pero considerarlos un pilar fundamental para ser «buena madre», desde ésta o aquella perspectiva, me parece un tanto descabellado. (Ya he reflexionado contigo sobre esto aquí Mitos y realidades sobre el apego en la crianza de nuestros hijos.)
Cada día más, apuesto por una crianza basada en el amor, la sencillez y en el sentido común. Los niños necesitan mucho menos de lo que creemos. Los niños no necesitan madres super preparadas y super formadas en las teorías evolutivas o del desarrollo. Madres perfectamente completas que han superado todas sus pequeñas carencias emocionales o afectivas. Necesitan madres reales, como las personas que son y que se van a encontrar en su camino.
Desde mi punto de vista, los niños necesitan unos padres presentes y amorosos para crecer felices.
Cultivar la presencia
Muy a menudo sentimos y verbalizamos que no tenemos tiempo suficiente. El tiempo es ese preciado tesoro que nadie puede comprar porque nadie puede vender, por eso hemos de mirar minuciosamente cómo y en qué lo invertimos.
Ser padres presentes, es a día de hoy, mucho más difícil de lo que fue en otro tiempo. Tenemos poco tiempo libre para dedicar a la vida en familia y cientos de tareas pendientes en la cabeza. Estamos localizables 24 horas al día porque llevamos el teléfono móvil a todas partes, y con él, nuestro email, nuestras redes sociales, la agenda, la cámara de fotos, la de vídeo… Así que, permanecer centrado en una única tarea durante más de 10 minutos, es casi misión imposible.
Quizás por eso, cada vez es más frecuente encontrar en muchos espacios y hogares una caja en la que dejar el móvil al llegar.
Cultivar la presencia como padres es necesario y esencial. Nuestros hijos han venido a la Tierra porque necesitan unos padres. Realmente solo necesitan que cada día podamos dedicarles un tiempo íntegro solo para ellos, sin interrupciones y conectados con el momento presente. Puede ser el momento del baño, un rato de lectura o de juego. Pero también puede ser mientras preparamos juntos la cena o tendemos la colada.
Me gusta mucho la perspectiva que tiene la sociedad nórdica respecto a este tema. La sociedad más feliz del mundo, según dicen. Puedes profundizar sobre ello en The danish way.
Crecer en el amor
Desde hace algún tiempo he observado que hay muchos padres que no quieren que su hijo llore. Piensan que, cuando ponen un límite a su hijo y éste llora, el amor se desvanece. Pero esto no es real. El amor no es permisividad. El amor es preparar a nuestros hijos para que el día de mañana sean personas conscientes y valerosas. (Te hablo de ello en estos post Los límites en la infancia, Educar sin catigos. Parte I, Educar sin castigos. Parte II.)
Unos padres amorosos, son aquellos que son capaces de empatizar con su hijo y con sus necesidades reales. Pueden poner límites firmes,con amor, desde la autoridad pero sin ser autoritarios. Son aquellos que ven las capacidades de su hijo y le permiten ponerlas en práctica, a riesgo de que no salga bien a la primera. Acompañan a su hijo en el camino de la vida y crecen juntos como familia.
La paternidad hoy
La paternidad hoy es mucho más sencilla de lo que nos hacen creer. Requiere creer en nosotros mismos y en nuestras capacidades innatas para criar. Es ejercer como adultos responsables y permitir al niño que sea niño. Son toneladas de amor a diario. Supone priorizar nuestra vida en familia por encima de las redes sociales y el trabajo. Conlleva arriesgarse a hacer algunas cosas mal, y vivir con ello.
Ser padres hoy, significa equivocarse, aprender y crecer juntos en familia.
Nuestros hijos no necesitan padres perfectos, porque eso significa que ellos han de ser hijos perfectos.
¿Quieres un hijo perfecto?

