Los límites en la infancia: equilibrio entre protección y libertad
Hola de nuevo, después de unos meses ausente, llega el final del verano, el inicio del nuevo curso y la rutina, bendita rutina!!! La rutina me ayuda a estar en paz conmigo misma, a estar en calma y a estar presente en el aquí y el ahora, y esto me ayuda a crear y mantener un hogar cálido, armónico, relajado y lleno de amor. Y cuando estas condiciones se dan, los límites se establecen más fácilmente. Y es que allá por mayo dije que publicaría un post sobre límites y hoy he hecho mis tareas y aquí lo traigo.

¿Qué papel juegan los límites respecto a la libertad?
Los límites son una necesidad más y así nos lo hacen saber los niños a través de su comportamiento, y no debemos verlo como un problema, sino como algo bueno que acontece con normalidad llegadas determinadas etapas del desarrollo. El niño necesita sentirse acotado, limitado, pues aún no está maduro ni preparado para comprender y enfrentarse a la inmensidad del mundo que le rodea.
Los límites son la puerta para que el niño pueda sentirse una entidad separada, le van a yudar a configurar su YO. A través de ellos se va a educar el sentir, la confianza y su modo de relacionarse con los demás.
Los límites son la puerta para que el niño pueda sentirse una entidad separada, le van a yudar a configurar su YO. A través de ellos se va a educar el sentir, la confianza y su modo de relacionarse con los demás.
Pero todos los niños son diferentes, es por ello que van a necesitar diferentes límites, pues cuando establecemos límites erróneos, el niño establece formas erróneas de pertenecer a la familia y a la sociedad y nos encontramos con niños muy demandantes de atención, o por el contrario niños excesivamente retraidos, o niños que pegan ante determinadas situaciones. Por ello aprender a establecer límites de una forma respetuosa y adecuada nos puede ayudar mucho en nuestra tarea como madres y padres.
Si echamos la vista atrás observaremos que en los últimos 100 años hemos pasado de una educación autoritaria donde el nño no tenía lugar, a una educación permisiva, donde el adulto ha perdido su lugar frente al niño.
¿Qué hacemos entonces? Educar conscientemente. Ambas corrientes o formas de educar tiene puntos fuerte y débiles, de modo que vamos a coger lo mejor de cada una. Voy a mostraros un muy breve resumen de algunas de sus características.
Características de la educación autoritaria
- El mundo del adulto está separado del mundo del niño. Casi tanto que el niño apenas tiene un lugar.
- El adulto manda.
- Las rutinas son sagradas.
- Las madres y padres tienen ayuda exterior, y la sociedad comparte una idea común sobre la educación del niño.
- Todo vale para encauzar el comportamiento del niño, gritos, castigos, cachetes, azotes…
Modelo Permisivo
- Los mundos del niño y el adulto están unidos, por lo que el niño puede llegar a perder su inocencia (conversaciones poco adecuadas, discusiones, ambientes poco cuidados…)
- Se confunde inteligencia con madurez y se le da al niño una responsabilidad en la toma de decisiones que no le corresponde.
- Se crea dependencia de los niños y los padres que puede dar lugar a una falta de respeto.
- El niño invade el espacio de los padres y adultos.
- Los padres sienten miedo a la pérdida del amor del hijo.
- Frecuente sentimiento de culpa en los padres.
Educación Consciente (Equilibrio)
Este modelo se tiene que basar en tres pilares fundamentales.
- Capacitar, alentar y confiar en el niño.
- Expectativas abiertas y amor incondicional.
- Cultivar la autoestima y disciplinar con amor.
A. Capacitar, alentar y confiar en el niño.
El niño desde que llega al mundo esta lleno de Voluntad, voluntad de conocer, de experimentar, voluntad de hacer. De modo que al hablar de capacitar, me refiero a hacer capaz al niño.TU PUEDES. Para ello
debemos darnos tiempo para permitir que el niño aprenda y haga las cosas por sí mismo. Para que derrame el agua al servirse un vaso, para que se vista solo, para que ayude en las tareas de casa… El niño quiere ser parte y partícipe de la familia, quiere ser como nosotros y tenemos que permitirlo a sabiendas de que es posible que se equivoque.
debemos darnos tiempo para permitir que el niño aprenda y haga las cosas por sí mismo. Para que derrame el agua al servirse un vaso, para que se vista solo, para que ayude en las tareas de casa… El niño quiere ser parte y partícipe de la familia, quiere ser como nosotros y tenemos que permitirlo a sabiendas de que es posible que se equivoque.
Pero generalmente tenemos mucha prisa, hacemos nuestras tareas porque las «tenemos» que hacer, deprisa y corriendo y en no pocas ocasiones acompañadas del mal humor. Pero cuidado porque también capacitamos con el ejemplo, enseñando procesos completos, haciendo las cosas despacio, MUY DESPACIO, y trabajando nuestra presencia en la tarea, «queriendo» hacerla, poniéndole alegría y amor.
Alentar es sostener al niño cuando se equivoca y se desanima. Cuando derrama ese agua del vaso, o se mancha al comer los cereales, o necesita diez minutos para ponerse los zapatos él solito.
Y ante todo debemos tener mucho cuido, porque hay muchas maneras de desalentar, más o menos sutiles:
- Tener expectativas cerradas respecto al niño.
- Humillar con insultos, mofas o burlas.
- Etiquetar.
- Comparar
- Sobreproteger, haciendo por el niño lo que puede hacer por sí mismo.
- Criticar constantemente su hacer.
- Exigirle siempre más.
Y por último, confiar en el niño haciendo que porte consigo el YO PUEDO. Hacerle valiente y valorar su autoestima y su esfuerzo.
B. Expectativas abiertas y amor incondicional
Tener Expectativas abiertas, nos permite mirar al niño sin prejuicios, sabiendo que no es de nuestra propiedad y viendo en qué se transforma día a día.
Amor incondicional, que ha de percibir el niño en todo momento, haga lo que haga y pase lo que pase. Debemos ser cuidadosos para no retirar nuestro afecto cuando ponemos un límite,
por muy enfadados que estemos, pues estaríamos recurriendo al chantaje emocional por medio de la culpa.
por muy enfadados que estemos, pues estaríamos recurriendo al chantaje emocional por medio de la culpa.
C.Cultivar la autoestima y disciplinar con amor
Para ello debemos avanzar hacia el respeto mutuo. Poniendo límites con amor, sin miedo a decir NO, pero sin usarlo demasiado a menudo, y sustituyéndolo por frases positivas.
¿Cómo poner límites entonces?
Ahora que ya tenemos claro cual es la base a la hora de establecer límites desde la Educación Consciente, vamos a ver cómo hemos de establecerlos.
- Los límites deben ser pocos, claros y consistentes en el tiempo. Un hogar lleno de límites es una prisión, una locura imposible de sostener, pues cuantos más límites existen, más sencillo es quebrantarlos. Por otro lado han de ser claros y comprensibles por un niño. Y han de ser consistentes en el tiempo si no queremos hacerles un lío. Por ejemplo, nosotros vivimos en una casa con suelos de terrazo bastante fríos en invierno, y a Aarón, cómo a muchos otros niños le encanta caminar descalzo. Su padre insiste muy a menudo en que utilice sus zapatillas de estar en casa, pero yo no le doy tanta importancia a este hecho, por lo que estamos estableciendo un límite de una forma inadecuada y que por consiguiente Aarón no tiene identificado y no suele cumplir.
- Debemos marcar el límite una sola vez, a lo sumo dos, de una forma clara, concreta y calmada. Para ello nos ayudará ponernos a la altura física del niño, mirarle a la cara y transmiterlo aquello que queremos que cumpla. En muchos casos los niños no siguen los límites porque les gritamos desde la otra punta de la casa, o les decimos cómodamente desde el sillón aquello que queremos que hagan, pero este mensaje no les llega, se pierde en el camino, no está impregnado de nuestra presencia. Entonces se lo repetimos una y otra vez, hasta que el niño deja de escucharlo y de prestarle atención.
- Debemos hacerlo con firmeza y amabilidad, evitando a toda costa lastimar al niño.
Para ello estableceremos el límite prontamente, y no cuando nuestra paciencia se esté agotando, pues es importante que controlemos nuestra voz, tacto y mirada.
- Y si es necesario, estableceremos una consecuencia. Cómo ya os mostré aquí Educar sin catigos. Parte (I) y aquí Educar sin castigos. Parte (II).
¿Qué ocurre cuando no establecemos los límites necesarios?
Generalmente cuándo hablamos de límites, pensamos en esas cosas que los niños quieren hacer y los adultos no queremos que hagan en ese momento (gritar mientras escuchamos algo importante, saltar en un charco con zapatos inapropiados, meter los dedos en un enchufe, comer golosinas poco antes de la cena…), si en esta situación establecemos un límite que no hacemos cumplir, generalmente acabamos enfadados y llenos de rabia porque el peque «se ha salido con la suya» o rendidos y resignados a la voluntad del niño.
Pero hay otros límites a los que no prestamos tanta atención y también son importantes, los que respectan a nosotros (mamá llévame aupa, papá quiero quedarme más en el parque…) nosotros madres y padres sacrificados que hacemos todo por nuestro pequeño debemos mirar en nuestro interior y ser capaces de contar a nuestro hijo aquello que nos ocurre y establecer un límite (mamá no puede llevarte aupa porque ya pesas mucho, pero podemos sentarnos hasta descanses)(papá no quiere estar más tiempo hoy en el parque porque hace frío y estoy resfriado, me encuentro realmente mal y necesito descansa. Podemos jugar al llegar a casa), pues de lo contrario le estoy transmitiendo mensajes sutiles y confusos, que pueden jugarnos una mala pasada llegada la adolescencia: «siempre hay que hacer lo que otros desean, aunque nosotros no queramos», «es bueno agradar y hacer lo que otros quieren», «mis necesidades y sentimientos no son importantes».
Los límites ayudan a fortalecer, el YO, la confianza y la autoestima del niño.
Espero que esta información os sea de utilidad y práctica en vuestro día a día, en esta tarea nada fácil de ser madres y padres respetuosos y conscientes.
Hasta pronto.