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Mitos y realidades sobre el apego en la crianza de nuestros hijos

 

¿Qué es el apego y cuál es su importancia en la crianza de nuestros hijos?. ¿Significa lo mismo criar para un apego seguro que criar con apego?. ¿Habrá un vínculo erróneo si no porteo a mi
bebé?. ¿Estoy dificultando un sano desarrollo emocional si no le amanto?.
Estas y otras muchas preguntas nos surgen cuando somos madres, y en no pocas ocasiones, nos sentimos francamente mal cuando no “cumplimos” con alguna de las premisas que se consideran deseables desde ciertos modelos o modas de crianza.
Hoy escribo este post porque creo firmemente en la necesidad de empoderar a las madres y padres en la crianza de sus hijos, en la necesidad de desmitificar ciertos modelos, en la necesidad de
aligerar esa carga que, a veces, llevamos en la mochila de la maternidad y de la crianza y que nos dificulta disfrutar y empoderarnos en nuestro papel como madres y padres.
Hace ya algún tiempo el psicoterapeuta John Bowlby y la psicóloga Mary Ainsworth revolucionaron el panorama de la psicología del desarrollo con su nueva Teoría del Apego, según la cual, las experiencias afectivas que tiene un bebé durante los primeros 18 meses de vida con su cuidador principal le marcarán para toda su vida y tendrán repercusiones en la edad adulta, a nivel relacional y en su salud mental. De acuerdo con esta teoría, la creación de un vínculo de apego seguro entre padres e hijo, proporciona en el niño seguridad emocional, puesto que se siente comprendido y aceptado incondicionalmente, y en el futuro esto se traducirá en un adulto seguro y empático.
Mary Ainsworth, definió tres tipos de apego, en función de la relación establecida entre madre e hijo: apego seguro, apego inseguro-evitativo y apego ambivalente, siendo el primero de ellos el más deseable y el último el que podría dar lugar a mayores problemas de salud mental en la edad adulta. Hoy, se ha definido un cuarto tipo de apego desorganizado, que se observa en un alto porcentaje de niños en la actualidad.
Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de apego seguro?. Hablamos de madres y padres responsivos que atienden a su bebé cuando llora, que empatizan con su malestar y sufrimiento, que le cogen en brazos y le tocan, que le miran y le hablan con amor.
Y es que hoy sabemos que el amor y el afecto son claves para llevar a cabo una crianza sana y crear un vínculo de apego seguro. Pero también sabemos que hay otros factores, como el temperamento del bebé que influirán en esta relación y en el modo de crianza.
El llanto, es el primer sistema de comunicación del bebé, lo usa para decirnos que está incómodo, que tiene hambre o sueño o que necesita que estemos junto a él. Los padres que atienden a estas necesidades empatizando con su bebé, le están transmitiendo la seguridad de que alguien vela por su bienestar, de que sus sentimientos son válidos y hay alguien cerca para atenderle y consolarle. Consecuentemente, estos bebés desarrollarán un vínculo de apego seguro, puesto que la respuesta de su cuidador es previsible y empática.
Pero ¿Qué más hace falta pare el desarrollo de este vínculo de apego seguro con nuestro bebé? Amor, ante todo. Responder prontamente a su demanda desde el amor, comprender sus necesidades y satisfacerlas afectuosamente, mantener un gesto agradable, una mirada amorosa cuando le atendemos, son formas de transmitir al bebé, que estamos ahí para él, cuando él nos necesita.
Pero existe una creencia, que proviene de la llamada “crianza con apego” difundida por el matrimonio Sears, que da a entender que el porteo, el colecho y la lactancia materna, son imprescindibles y garantizan de por sí el desarrollo de un vínculo de apego seguro con nuestro bebé.
Sin duda, la lactancia materna tiene grandes beneficios tanto a nivel físico como emocional y la OMS nos recomienda mantenerla hasta los dos años de edad, y así lo hice yo, no sin dificultades y sin muchos baches. Pero si eres madre y por diferentes motivos no estás amamantando a tu bebé, esto no va a evitar o dificultar el desarrollo de un apego seguro. Sí lo harán, las tomas establecidas con un horario rígido y dejar llorar al bebé porque aún no es la hora de la toma, no acercar a tu bebé cuando le alimentas fomentando el contacto piel con piel o no mirarle a los ojos en esos momentos de intimidad y brindarle una sonrisa.
En cuanto al porteo, soy una fiel defensora del mismo. He porteado desde los cuatro meses hasta los tres años y siempre se lo recomiendo a los papás primerizos. Al igual que ocurre con la lactancia materna, sus beneficios tanto físicos como emocionales son muchos, e indudablemente, nos proporciona un contacto continuo con el bebé que entre otras cosas le transmite la seguridad de que no está solo. Pero si decidiste no portear, esto tampoco evitará que puedas establecer un vínculo de apego seguro con tu bebé. Lo hará el hecho de dejarle llorar en el carrito sin ser atendido, sin ofrecerle consuelo, sin satisfacer esa necesidad que ha surgido, bien sea de contacto, de alimento o de protección.
El colecho, es un tema delicado, en no pocas ocasiones. Nosotros colechamos, antes, hoy, y creo que aún lo haremos algún tiempo. El colecho es una decisión personal, familiar, que tiene sus defensores y sus detractores, pero al igual que antes, el colecho o la ausencia del mismo no garantiza o evita el estabecimiento de un vínculo de apego seguro. Sin duda, lo que no facilita la creación de este vínculo es dejar llorar al bebé en su cuna, e intentar que «aprenda a dormir» a través de métodos que no atienden su necesidad de consuelo y protección y que adoctrinan a los padres para hacer «oidos sordos» ante esta situación.
De modo que, si no diste pecho, no porteaste y no colechas, pero desprendes amor por los poros hacia tu bebé, le atiendes prontamente cuando te necesita y empatizas con su sentir y le entiendes, le proteges y eres previsible en tu respuesta hacia él, entonces estás creando y fortaleciendo un vínculo de apego para toda la vida.
El AMOR mueve el mundo!!!
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